
Amamantados por Beatles y Chilton, educados en Pavement y Beck, el catalán Mondomarc y la alemana Gwendolin han circulado habitualmente por la misma autobahn que Stereototal y demás europeístas convencidos.Es decir, en el fondo, son una propuesta de pop continental – escúchense «Rosi», «Los Santos» o «Love Soldier» – aunque obviamente les inspire todavía el indie norteamericano que les vió crecer, como demuestra que J Mascis aplique su guitarra a «Yeah Yeah Yeah», «Sand» apeste a descarte de Sebadoh o «My Spirit’s Up» recuerde a Yo La Tengo. Son pues garageros con debilidades extáticamente psicodélicas y, ejem, cutremente electrónicas. En vivo, como probaron una vez más sus recientes conciertos por aquí, siguen tirando por la calle de en medio con efusividad y gusto, es decir, explotando desde el lo-fi hacia el desbarre rock’n’roll. Ignacio Julià (Ruta 66, junio 2010).